martes, 1 de septiembre de 2015

EL CUENTO DE LA SEMANA.

LA JUSTICIA EXACTA.

Pancho había conocido a su amigo Zero-Zero en un chat interplanetario, y en cuanto pudo, compró un billete espacial para ir a visitarlo. Pero mientras Zero-Zero le mostraba las maravillas de su planeta Pancho tropezó, y fue a dar un tremendo cabezazo contra una esfera que había junto al camino. Con el golpe, la esfera se abrió, y de ella surgió un pequeño hombrecillo. Tenía un enorme chichón el cabeza, y un enfado aún más grande.

Zero-Zero se puso muy nervioso, tanto que apenas podía hablar. Y antes de que Pancho pudiera pedir disculpas, aparecieron dos enormes robots con uniforme. Sacaron unos pequeños aparatos y rastrearon toda la zona. Al terminar, del aparato surgió una pequeña tarjeta metálica que uno de los robots entregó al accidentado. Y sin decir nada más, agarraron a Pancho y al hombrecillo y se los llevaron de allí a toda velocidad.

Cuando Pancho quiso darse cuenta, estaba encerrado en una gran esfera con el hombrecillo y otro robot de aspecto muy serio vestido con una toga negra. Antes de saber lo que pasaba, escuchó al robot decir: “adelante”. Y sin más, el hombre le dio un buen golpe en la cabeza. Tras el golpe, el robot sacó uno de esos aparatos, revisó la dolorida cabeza de Pancho, y terminó entregándole una tarjetita metálica.

- Demasiado fuerte. Es su turno. No se exceda de lo marcado en la tarjeta.

Pancho no entendía nada. Miró a su alrededor. A través de las paredes pudo ver numerosas esferas, cada una con su robot y su toga, y gente dentro dándose golpes y empujones, todos con sus tarjetitas metálicas. El hombrecillo, enfrente de él, le miraba con miedo, y el robot seguía expectante a su lado.

- Puede golpear. Recuerde, no más de lo que marca la tarjeta- insistió el robot.

Pancho no se decidía. El robot de la toga le explicó impaciente:

- Este es un proceso de justicia exacta. No debe preocuparse de nada. Ambos recibirán exactamente el mismo daño. Si uno se excede, se le entregará una tarjeta con el valor exacto para que todo quede nivelado.
¿Justicia exacta? Aquello sonaba muy bien. Nadie podía salir más perjudicado que el otro y todos recibían lo mismo que habían provocado. Pancho estaba sorprendido de lo avanzados que estaban en aquel planeta. Tenía tantas ganas de comentarlo con Zero-Zero, que corrió hacia la puerta.

- No puede irse- dijo el robot impidiéndole el paso. - Debe completar el proceso, debe acabar los puntos de su tarjeta.

Pancho quedó pensativo. No le apetecía golpear otra vez a aquel pobre hombre, aunque la verdad es que él se la había devuelto bien fuerte...

- Está bien. Le perdono- dijo finalmente.

- No- volvió a decir el robot- debe terminar los puntos de la tarjeta. Esto es un proceso de justicia exacta.

¡Qué pesado! ¿Cómo no iba a ser posible perdonar a alguien? Pancho empezó a sentirse molesto con aquel robot tan estirado, así que tomó su tarjeta, la partió por la mitad, y dijo.

- ¡Mira! Ya no quedan puntos.

El robot pareció descomponerse. Empezó a emitir pitidos, se le encendieron mil luces y perdió el control de sus movimientos. Y cuando parecía que iba a explotar, todo volvió a la normalidad y dijo tranquilamente:

- Es correcto. Ahora pueden irse. Gracias por utilizar el sistema de justicia exacta.

La puerta se abrió, pero antes de poder saludar al asustado Zero-Zero, Pancho tuvo que quitarse de encima al hombrecillo, que no hacía otra cosa que abrazarlo y darle las gracias como si le hubiera salvado la vida.

Al salir de la esfera, Pancho empezó a comprender. Aquí y allá podían verse usuarios del sistema de justicia exacta retirados en camillas, o extremadamente agotados y cansados. Zero-Zero le explicó mientras volvían que el único problema de la justicia exacta era que resultaba casi imposible devolver el daño exacto, y los juicios e intercambios de golpes llegaban a durar días y días. Tal miedo tenía todos de tener algún juicio, que muchos vivían aislados en pequeñas esferas de cristal, como el hombrecillo de su accidente.



Pancho se fue a los pocos días, pero su nombre no se olvidó nunca en aquel planeta. Nadie antes había perdonado nada, y gracias a él habían descubierto que el perdón es una parte necesaria de la justicia.



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LOS DÍAS DE LA SEMANA


Una vez los días de la semana quisieron divertirse y celebrar un banquete todos juntos. Sólo que los días estaban tan ocupados, que en todo el año no disponían de un momento de libertad; hubieron de buscarse una ocasión especial, en que les quedara una jornada entera disponible, y vieron que esto ocurría cada cuatro años: el día intercalar de los años bisiestos, que lo pusieron en febrero para que el tiempo no se desordenara.

Así, pues, decidieron reunirse en una comilona el día 29 de febrero; y siendo febrero el mes del carnaval, convinieron en que cada uno se disfrazaría, comería hasta hartarse, bebería bien, pronunciaría un discurso y, en buena paz y compañía, diría a los demás cosas agradables y desagradables. Los gigantes de la Antigüedad en sus banquetes solían tirarse mutuamente los huesos mondos a la cabeza, pero los días de la semana llevaban el propósito de dispararse juegos de palabras y chistes maliciosos, como es propio de las inocentes bromas de carnaval.

Llegó el día, y todos se reunieron.

Domingo, el presidente de la semana, se presentó con abrigo de seda negro. Las personas piadosas podían pensar que lo hacía para ir a la iglesia, pero los mundanos vieron en seguida que iba de dominó, dispuesto a concurrir a la alegre fiesta, y que el encendido clavel que llevaba en el ojal era la linternita roja del teatro, con el letrero: «Vendidas todas las localidades. ¡Que se diviertan!».

Lunes, joven emparentado con el Domingo y muy aficionado a los placeres, llegó el segundo. Decía que siempre salía del taller cuando pasaban los soldados.

-Necesito salir a oír la música de Offenbach. No es que me afecte la cabeza ni el corazón; más bien me cosquillea en las piernas, y tengo que bailar, irme de parranda, acostarme con un ojo a la funerala; sólo así puedo volver al trabajo al día siguiente. Soy lo nuevo de la semana.

Martes, el día de Marte, o sea, el de la fuerza.

-¡Sí, lo soy! -dijo-. Pongo manos a la obra, ato las alas de Mercurio a las botas del mercader, en las fábricas inspecciono si han engrasado las ruedas y si éstas giran; atiendo a que el sastre esté sentado sobre su mesa y que el empedrador cuide de sus adoquines. ¡Cada cual a su trabajo! No pierdo nada de vista, por eso he venido en uniforme de policía.

-Si no les parece adecuado, búsquenme un atuendo mejor.

-¡Ahora voy yo! -dijo Miércoles-. Estoy en el centro de la semana. Soy oficial de la tienda, como una flor entre el resto de honrados días laborables. Cuando dan orden de marcha, llevo tres días delante y otros tres detrás, como una guardia de honor. Tengo motivos para creer que soy el día de la semana más distinguido.

Jueves se presentó vestido de calderero, con el martillo y el caldero de cobre; era el atributo de su nobleza.

-Soy de ilustre cuna -dijo-, ¡gentil, divino! En los países del Norte me han dado un nombre derivado de Donar, y en los del Sur, de Júpiter. Ambos entendieron en el arte de disparar rayos y truenos, y esto ha quedado en la familia.

Y demostró su alta alcurnia golpeando en el caldero de cobre.

Viernes venia disfrazado de señorita, y se llamaba Freia o Venus, según el lenguaje de los países que frecuentaba. Por lo demás, afirmó que era de carácter pacífico y dulce, aunque aquel día se sentía alegre y desenvuelto; era el día bisiesto, el cual da libertad a la mujer, pues, según una antigua costumbre, ella es la que se declara, sin necesidad de que el hombre le haga la corte.

Sábado vino de ama de casa, con escoba, como símbolo de la limpieza. Su plato característico era la sopa de cerveza, mas no reclamó que en ocasión tan solemne la sirviesen a todos los comensales; sólo la pidió para ella, y se la trajeron.

Y todos los días de la semana se sentaron.

Los siete quedan dibujados, utilizables para cuadros vivientes en círculos familiares, donde pueden ser presentados de la manera más divertida. Aquí los damos en febrero sólo en broma, el único mes que tiene un día de propina.

Hans Christian Andersen



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UN CUENTO DE NAVIDAD.


En una casa, más o menos humilde, vivía una familia compuesta por el matrimonio y su pequeña hija de apenas 4 añitos. Al acercarse la Navidad, el padre había comprado un rollo de cinco metros de papel metalizado para poder envolver los regalos antes de ponerlos en el modesto arbolito, montado desde principios de Diciembre a la entrada de la casa.

La víspera de Nochebuena, el hombre se dispuso a empaquetar los regalos, más simbólicos que valiosos. Qué desagradable sorpresa fue encontrar, en el estante del ropero, el tubo de cartón donde venía enrollado el papel metalizado, desnudo de los cinco metros del costosísimo papel.

El dinero era bastante escaso en la familia, y, posiblemente por eso, el hombre explotó de furia y mandó a llamar a su familia para ver quién se había atrevido a usar el papel. Y... la pequeña apareció con la cabeza gacha para decirle a su padre que ella lo había usado porque lo necesitaba.

- “¿No te das cuenta que ese papel es muy caro y que tu papá tuvo que trabajar varios días para poder comprarlo? ¿Podrías decirme para qué tontería lo usaste?”

La niña salió corriendo y regresó con un paquete del tamaño de una caja de zapatos, envuelta con varias capas del papel en cuestión, ahora arrugado e inutilizable.

- “¿Cómo se te ocurre envolver esa caja con cinco metros de papel?”

- “Es un regalo de Navidad, papaíto, para el arbolito.”

- “¿Y se puede saber para quién es este regalo tan valioso, como para usar todo el rollo de papel para envolverlo?”

- “¿Y, para quién va a ser? Para ti, papá…”

El hombre se estremeció... y abrazándola le pidió disculpas por los gritos. Con el regalo entre las manos, quiso saber qué era aquello tan preciado, pero, al abrirlo, volvió a explotar en cólera.

- “Cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro… ¿usaste todo ese papel para envolver una caja vacía?”

A la pequeña se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo:

- “Es que la caja no está vacía, papá… yo metí dentro 58 besos, uno detrás de otro, todos seguidos y todos para ti... no fui capaz de poner más.”

El padre, con la mirada nublada por sus lágrimas, alzó a su hija y le suplicó que perdonara su ceguera y su ignorancia. El hombre guardó para siempre la caja debajo de su cama, y, cuando se sentía derrumbado, abría la caja… y tomaba de ella un beso de su hija. Esto le ayudaba a recuperar la conciencia de lo que era importante... y de lo que eran tonterías...

Encontrado en la red.


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UN CUENTO DE AUTENTICIDAD. EL REY Y LA SEMILLA

Encontré este cuento que nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestras actitudes para llegar a tener éxito:

«Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros del reino, pues era tiempo de buscar pareja a su hija.
Todos los jóvenes asistieron, y el rey les dijo: “Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de seis meses deberéis traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino”.

Así se hizo. Había un joven que plantó su semilla, y en vano esperó a que la planta brotara. Mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. Cuando pasaron los seis meses, todos los jóvenes desfilaron hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.
El joven estaba muy triste, pues su semilla nunca germinó; ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir. Con la cabeza baja, y muy avergonzado, desfiló el último con su maceta vacía.

Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo, se rieron y se burlaron de él. En ese momento, el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey. Todos hicieron una reverencia mientras el rey se paseaba entre las macetas, admirando las plantas.

Finalizada la inspección, hizo llamar a su hija. Convocó, de entre todos, al joven que llevó su maceta vacía. Los pretendientes se quedaron atónitos.

El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero del trono, y se casará con mi hija. Os di una semilla infértil, y habéis tratado de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, realista y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener”».

Reflexión:

Pregúntate qué hubieras hecho. Cuál hubiera sido tu comportamiento cuando, pasados unos días, en tu maceta no hubiera crecido la semilla. Analízalo pensando que la prueba era sólo para ti. Sin contendientes. Y que la meta y los logros dependiesen de que tu semilla germinara.

Ahora realiza la misma reflexión pensando que compites con un grupo de amigos o compañeros. La maceta tiene la semilla sin germinar. Durante los seis meses has regado la tierra y has procurado que le diera el sol. No has declinado en estos cuidados y la tierra ha permanecido yerma. Ahora debes defender el resultado ante tu rey. ¿Qué pensarías de ti mismo? ¿Cómo te sentirías?

Ponte también en la situación de haber plantado otra semilla en mejor estado tras comprobar que la que te habían dado no brotaba. La semilla impostora ha crecido y tiene una flor inmensa. Si te preguntan, estás dispuesto a guardar tu secreto. Lo importante es ganar el premio.

Quizá has agotado tu paciencia al cabo de unos días, y has tirado la maceta y la semilla, creyendo que no merecía la pena tanto esfuerzo.

Ser sincero, realista y valiente son las características para ser un buen príncipe consorte. También para ser un buen profesional, excelente persona y muchas cosas más.

Posiblemente, para ser exitosos sólo precisemos de la sencillez suficiente para ser sin pretender parecer. En esta semana disfrutemos del rol que tenemos en nuestro trabajo. Seamos auténticos con nuestras potencialidades, y aprendamos para incluir aquellas que más admiramos y aún no tenemos.

Joaquina Fernández

CUENTO SOBRE LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO EN EQUIPO

Este el cuento que encontré en la red

En una pequeña ciudad hubo una vez un cuento vacío. Tenía un aspecto excelente, y una decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban en blanco. Niños y mayores lo miraban con ilusión, pero al descubrir que no guardaba historia alguna, lo abandonaban en cualquier lugar.

No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días.

Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caído a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.

Pero al contrario que sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.

Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.

Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte gracias a su esfuerzo y colaboración.

Aula de desarrollo del CEIP Eugenio López y López.



LAS ESTRELLAS DE MAR

Como cada mañana, el hombre se despertó y bajó a pasear por la playa. A diferencia de otros días la orilla estaba repleta de miles de estrellas de mar que se extendían a lo largo de toda la costa. Pensó que ese curioso fenómeno sería consecuencia del mal tiempo y el viento de los últimos días. Se sintió triste por todas aquellas pequeñas criaturas. Sabía que las estrellas de mar tan sólo viven 5 minutos fuera del agua.

El hombre continuó caminando absorto en sus pensamientos. De repente se encontró con un niño pequeño que corría de un lado a otro de la arena. Tenía la cara sudorosa y los pantalones remangados. ¿Qué estás haciendo? – Le preguntó el hombre

Estoy devolviendo las estrellas al mar, – contestó el niño – Junto todas las que puedo y las lanzo más allá del rompiente para que no vuelvan de nuevo a la arena.

Ya veo  – contestó el hombre – pero tu esfuerzo no tiene sentido. Vengo caminando desde muy lejos y hay miles de estrellas ancladas en la arena. Quizá millones. Podrás salvar a unas pocas pero la inmensa mayoría morirá y todo tu esfuerzo no habrá servido para nada. No tiene sentido lo que haces.

El niño sorprendido le mostró una pequeña estrella que escondía en la palma de su mano y antes de lanzarla al océano le dijo al hombre: “Para ésta sí que tiene sentido”




¿Qué podemos aprender de esta historia?

– Debes continuar haciendo aquello en lo crees, independientemente de la opinión de los demás.

– Cualquier pequeño acto supone una diferencia en sí mismo.


– Divide tus grandes proyectos en pequeños objetivos para ir cumpliendo poco a poco. No dejes que la magnitud de tu proyecto te quite la motivación para ir dando estos pequeños pasos.



“EL ELEFANTE QUE DE UNA MARIPOSA SE ENAMORÓ”.

Os lo traigo, porque me pareció interesante la idea del amor entre seres tan diferentes, porque entre otras cosas justifica que el amor no tiene fronteras y que los parecidos y los lugares de encuentro están en todas partes: oreas de elefante y alas de mariposa !!!

Además, yo amo la diversidad en general y me gusta muy poco la globalidad.

VIVA LAS DIFERENCIAS, de todo tipo: carácter, color, religión, pensamiento, opinión,....

El Elefante que de una Mariposa se enamoró

“Érase que se era porque fue una vez que un Señor Elefante de las estepas africanas conoció a una Señora Mariposa de Madagascar que estaba por casualidad de viaje de turismo por el África Central.

La Señora Mariposa que era revoltosa porque su vuelo es así saludó de forma efusiva al tranquilo Señor Elefante que caminaba pisando con mucha seriedad pero sin mirar lo que pisaba porque siempre pisa fuerte porque así lo hace y así es desde que África es.

El Señor Elefante devolvió el saludo sin mucha efusividad porque lo suyo es la lentitud y el control de los modales y a una desconocida tampoco hay por qué  hacerle muchas sonrisas no se vaya a pensar cosas que no hay que pensar pero el Señor Elefante se conmovió cuando la bella Señora Mariposa sobre su cabezota se posó y débilmente aleteó sobre pequeñas heriditas de ramas espinas de cuando el Señor Elefante de las altas copas busca frutos para su alimentación y así lo alivió.

La Señora Mariposa que es dichararera se decidió a intercambiar comentarios con el Señor Elefante y esas cosas comentaron:

Somos bastante iguales, porque si tú tienes orejas grandes como de mariposa yo tengo alas tan grandes como orejas de elefante y más grandes que todo mi pequeño cuerpo.

Tú tienes una gran trompa prensil y yo también tengo trompas que me sirven igual que a ti para recoger los alimentos y tú entras en un establecimiento y con toda tu fortaleza lo dejas como una cacharrería y yo aleteo con toda mi debilidad y provoco un tsunami en el otro extremo del mundo.

Y fíjate que por otro lado Señor Elefante también tenemos cosas muy dispares pero que es fácil concluir que nos complementan:

Tú pesas un montón y yo no peso casi nada y tú vives un montón de años porque te caracteriza la longevidad y mi vida es efímera y tu memoria es enorme o así he oído que lo dicen y yo no tengo memoria y tú eres sólo de color gris y yo disfruto de mucho colorido y tú caminas pesadamente porque pesado lo eres y a veces trotas un poquito y yo ni camino ni troto sino que revoloteo y tú te comes 500 kg. de vegetales cada día y yo pellizco pequeñas cantidades de néctar en las flores y por eso despido olores y tus crías ya pesan al nacer 100 kg. y mis capullos son livianos y casi sin peso y la gestación de tus hembras es larga y la de las mías breve.

¿Y qué ocurrió?

Pues ocurrió que el Señor Elefante se enamoró.

Y ocurrió también que la Señora Mariposa se enamoró.

Y se paseaban por la estepa africana del África Central él al trote alegre y ella con revoloteo de jolgorio de jilguero y no de mariposeo porque a veces queda como un poco de tonto de pueblo hasta que a ella se le  antojó que podía provocar cosquillas en la enorme nariz de su amado con su enorme amor minúsculo y volátil.

Y entonces se introducía un poquito en la trompa del Señor Elefante y jugueteaba con sus linditas alitas de colorines hasta que el Señor Elefante se moría de la risa y tanto se reía que para serenarse se revolcaba patas arriba en las ciénagas africanas y después se introducía en el agua de los ríos para recuperar la tranquilidad y serenidad que la Señora Mariposa le hacía perder con su cosquilleo en su larga y potente trompa que de la risa se le partía.

Pero en uno de esos juegos de amistad y amor qué sucedió: que el Señor Elefante demasiado aspiró y a la Señora Mariposa se la tragó.

Y el Señor Elefante estornudó y estornudó y así volvió a estornudar para recuperar a la Señora Mariposa pero la Señora Mariposa no apareció.

Y entonces el Señor Elefante entristeció.

Decidió iniciar un paseo cansino y pesado y sin mirar que era lo pisado por todo el África Central compungido y casi empequeñecido por lo entristecido porque la Señora de la que se enamoró desapareció porque se la comió.

Pero sucedió que a los pocos días estornudó y de su estornudo surgieron cientos de bellísimas mariposas de alas de colores y revoloteo frágil y hábil y luminoso y revoltoso y entonces comprendió.

La Señora Mariposa de la que se enamoró le regalaba hijas y más hijas y más hijas que de su felicidad y de las de otros muchos se ocuparían porque sus genes ya sabían del romance del Señor Elefante con la Señora Mariposa y eso quiere decir que todo amor es posible incluso a veces inevitable auque nos parezca que no.

Y entonces el Señor Elefante enloqueció de alegría y corrió y trotó y corrió y saltitos dio por todo el África Central y el resto de África que no sé ni cómo se llama y contagió y contagió y contagió su felicidad a todos los animales con los que amistó y decidió dedicar el resto de su vida a enseñar a estornudar a todos los animales porque un estornudo fue la causa de su enorme y longeva felicidad.

¿Y alguna cosa ocurrió?

Sí que ocurrió, y ocurrió que cada animal que aprendía su estornudo de Elefante enamorado de una Señora Mariposa de Madagascar despedía cientos de bellas y frágiles y livianas y enamoradizas mariposas que son las que cada primavera revolotean por toda la tierra y con su alegría hacen la risa de toda la selva y son la alegría de la campiña y de la montaña y del agua y de los guijarros de los ríos y de las praderas de toda la Tierra y nos inundan de color y también de ganas de bailar porque vuelan como bailan los tontos amorosos de los pueblos que es el baile de verdad porque es el del amor y yo descubrí que el ruidito diminuto de las mariposas es el ruido de la naturaleza que nadie entendía y es el de la Señora Mariposa que del Señor Elefante se enamoró.

Parece que al final de su vida el Señor Elefante hasta voló y sus orejas ya no eran grises sino de vivos colores y despedían lindos olores, pero ya no sé si así es o simplemente yo quisiera que así fuese y por eso me lo invento porque me gusta aunque es bien verdad que el resto de la historia es real como la vida misma y por eso hace un rato una Señora Mariposa revoloteó mi cabeza para que yo escribiera con toda su belleza la historia de amor entre el Señor Elefante del África Central y la Señora Mariposa de Madagascar.”

Y a mi amiga tan querida que es a quien dedico este cuento y como que yo decía que a veces es mariposa y a veces es elefante este pequeño poema también se lo recito :


“Cuando aparece la mariposa, aleteo de amor.”

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