sábado, 7 de noviembre de 2015

UNA DE CUENTO.

Andando por la red, buscando una información me he encontrado  con este cuento: “El Elefante que de una Mariposa se enamoró”.

Os lo traigo, porque me pareció interesante la idea del amor entre seres tan diferentes, porque entre otras cosas justifica que el amor no tiene fronteras y que los parecidos y los lugares de encuentro están en todas partes: oreas de elefante y alas de mariposa !!!
Además, yo amo la diversidad en general y me gusta muy poco la globalidad.
VIVA LAS DIFERENCIAS, de todo tipo: carácter, color, religión, pensamiento, opinión,....

El Elefante que de una Mariposa se enamoró

“Érase que se era porque fue una vez que un Señor Elefante de las estepas africanas conoció a una Señora Mariposa de Madagascar que estaba por casualidad de viaje de turismo por el África Central.

La Señora Mariposa que era revoltosa porque su vuelo es así saludó de forma efusiva al tranquilo Señor Elefante que caminaba pisando con mucha seriedad pero sin mirar lo que pisaba porque siempre pisa fuerte porque así lo hace y así es desde que África es.

El Señor Elefante devolvió el saludo sin mucha efusividad porque lo suyo es la lentitud y el control de los modales y a una desconocida tampoco hay por qué  hacerle muchas sonrisas no se vaya a pensar cosas que no hay que pensar pero el Señor Elefante se conmovió cuando la bella Señora Mariposa sobre su cabezota se posó y débilmente aleteó sobre pequeñas heriditas de ramas espinas de cuando el Señor Elefante de las altas copas busca frutos para su alimentación y así lo alivió.

La Señora Mariposa que es dichararera se decidió a intercambiar comentarios con el Señor Elefante y esas cosas comentaron:

Somos bastante iguales, porque si tú tienes orejas grandes como de mariposa yo tengo alas tan grandes como orejas de elefante y más grandes que todo mi pequeño cuerpo.

Tú tienes una gran trompa prensil y yo también tengo trompas que me sirven igual que a ti para recoger los alimentos y tú entras en un establecimiento y con toda tu fortaleza lo dejas como una cacharrería y yo aleteo con toda mi debilidad y provoco un tsunami en el otro extremo del mundo.

Y fíjate que por otro lado Señor Elefante también tenemos cosas muy dispares pero que es fácil concluir que nos complementan:
Tú pesas un montón y yo no peso casi nada y tú vives un montón de años porque te caracteriza la longevidad y mi vida es efímera y tu memoria es enorme o así he oído que lo dicen y yo no tengo memoria y tú eres sólo de color gris y yo disfruto de mucho colorido y tú caminas pesadamente porque pesado lo eres y a veces trotas un poquito y yo ni camino ni troto sino que revoloteo y tú te comes 500 kg. de vegetales cada día y yo pellizco pequeñas cantidades de néctar en las flores y por eso despido olores y tus crías ya pesan al nacer 100 kg. y mis capullos son livianos y casi sin peso y la gestación de tus hembras es larga y la de las mías breve.

¿Y qué ocurrió?

Pues ocurrió que el Señor Elefante se enamoró.

Y ocurrió también que la Señora Mariposa se enamoró.

Y se paseaban por la estepa africana del África Central él al trote alegre y ella con revoloteo de jolgorio de jilguero y no de mariposeo porque a veces queda como un poco de tonto de pueblo hasta que a ella se le  antojó que podía provocar cosquillas en la enorme nariz de su amado con su enorme amor minúsculo y volátil.

Y entonces se introducía un poquito en la trompa del Señor Elefante y jugueteaba con sus linditas alitas de colorines hasta que el Señor Elefante se moría de la risa y tanto se reía que para serenarse se revolcaba patas arriba en las ciénagas africanas y después se introducía en el agua de los ríos para recuperar la tranquilidad y serenidad que la Señora Mariposa le hacía perder con su cosquilleo en su larga y potente trompa que de la risa se le partía.

Pero en uno de esos juegos de amistad y amor qué sucedió: que el Señor Elefante demasiado aspiró y a la Señora Mariposa se la tragó.

Y el Señor Elefante estornudó y estornudó y así volvió a estornudar para recuperar a la Señora Mariposa pero la Señora Mariposa no apareció.

Y entonces el Señor Elefante entristeció.

Decidió iniciar un paseo cansino y pesado y sin mirar que era lo pisado por todo el África Central compungido y casi empequeñecido por lo entristecido porque la Señora de la que se enamoró desapareció porque se la comió.

Pero sucedió que a los pocos días estornudó y de su estornudo surgieron cientos de bellísimas mariposas de alas de colores y revoloteo frágil y hábil y luminoso y revoltoso y entonces comprendió.

La Señora Mariposa de la que se enamoró le regalaba hijas y más hijas y más hijas que de su felicidad y de las de otros muchos se ocuparían porque sus genes ya sabían del romance del Señor Elefante con la Señora Mariposa y eso quiere decir que todo amor es posible incluso a veces inevitable auque nos parezca que no.

Y entonces el Señor Elefante enloqueció de alegría y corrió y trotó y corrió y saltitos dio por todo el África Central y el resto de África que no sé ni cómo se llama y contagió y contagió y contagió su felicidad a todos los animales con los que amistó y decidió dedicar el resto de su vida a enseñar a estornudar a todos los animales porque un estornudo fue la causa de su enorme y longeva felicidad.

¿Y alguna cosa ocurrió?

Sí que ocurrió, y ocurrió que cada animal que aprendía su estornudo de Elefante enamorado de una Señora Mariposa de Madagascar despedía cientos de bellas y frágiles y livianas y enamoradizas mariposas que son las que cada primavera revolotean por toda la tierra y con su alegría hacen la risa de toda la selva y son la alegría de la campiña y de la montaña y del agua y de los guijarros de los ríos y de las praderas de toda la Tierra y nos inundan de color y también de ganas de bailar porque vuelan como bailan los tontos amorosos de los pueblos que es el baile de verdad porque es el del amor y yo descubrí que el ruidito diminuto de las mariposas es el ruido de la naturaleza que nadie entendía y es el de la Señora Mariposa que del Señor Elefante se enamoró.

Parece que al final de su vida el Señor Elefante hasta voló y sus orejas ya no eran grises sino de vivos colores y despedían lindos olores, pero ya no sé si así es o simplemente yo quisiera que así fuese y por eso me lo invento porque me gusta aunque es bien verdad que el resto de la historia es real como la vida misma y por eso hace un rato una Señora Mariposa revoloteó mi cabeza para que yo escribiera con toda su belleza la historia de amor entre el Señor Elefante del África Central y la Señora Mariposa de Madagascar.”


Y a mi amiga tan querida que es a quien dedico este cuento y como que yo decía que a veces es mariposa y a veces es elefante este pequeño poema también se lo recito :

“Cuando aparece
la mariposa,
aleteo de amor.”


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